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Una noche sobre el mar

 
Aquella noche Ned no tenia ganas de salir. Era arto de sus charlas y no veìa la hora de ir a dormir. Se acercò su padre.
   «Ned, que sucede?. Te veo un poco decaìdo.   »
   «No, en absoluto. Solo tengo sueño.   »
   «Tienes sueño?   »
Se rascò la cabeza.    «Pero son apena las nueve. Las hijas de Erna quieren ir a bailar. Podrìamos ir a divertirnos todos juntos.   »
   «No me gustan los locales bailables.   »
   «Pero no es solo un dancing. Hacen también el servicio a las mesas. Puedes tomarte una linda copa de helado. Y estamos un poco juntos.   »
Yà. Ned estaba allì propio porquè habìa ido a visitar su padre. Era esa la razòn por la cual se encontraba allì. Como podrìa ahora quedarse solo en la casa? Fué en aquél momento que le vino una idea.
   «Està bien   », dijo,    «vamos al dancing. Empiecen a prepararse. Yo voy asì. Debo solo terminar de leer este artìculo en el diario.   »
Su padre, eufòrico, anunciò a todos:    «Viene también Ned!   »
Las chicas, con gran frenesì, se estaban ya preparando. Erna se acercò a Ned y con orgullo le dijo:    «Haràn también un concurso de belleza. Todas las chicas presentes participaràn y nosotros debemos votar. Te recomiendo, debemos hacer ganar a Erminia!   »
Era inùtil solo pensar a la hipòtesis de que Erminia ni siquiera participase. Erna tenìa dos hijas, una horrenda y una fea. La fea era considerada la joya de la familia. La madre se derretìa como nieve al sol, de frente a Erminia. Erminia, para su madre era la chica mas linda del mundo.
Cuando Ned fué dejado en paz fingiò de proseguir en la lectura del diario, en cambio se concentrò. Al principio le era fàcil. Tenìa fresca toda la potencialidad de su mente. Le fué suficiente concentrarse por apenas un escaso medio minuto y finalmente se oyò un trueno. E improvisamente después, la voz estridente y desilusionada de Erminia dominò las otras voces: «Llega el temporal ! No se podrà salir !   »
   «Pero sì que se podrà !   », le replicò vivamente su madre,    «basta que nos apuremos.   »
Llegado a este punto, Ned se reconcentrò como nunca lo habìa hecho antes, y a pocos segundos llegò el dulce y sutil rumor de la lluvia que ràpidamente se convirtiò en un cerradìsimo y violento aguacero. Desde el balcòn abierto llegaba el olor penetrante de la tierra estiva bañada por la lluvia. Las mujeres eran todas en el balcòn, desilusionadas, a observar el improviso e inesperado temporal estivo. Pero que ràpidamente se disipò.
   «Bien!   », decia, mientras brincaba, Erminia,    « no llueve màs !   »
Se catapultaron todas de nuevo, quién en baño, quien en la habitaciòn, para darse los ultimos retoques, y Ned volviò a concentrarse, siempre sentado en el divàn, detràs del diario abierto. Esta vez fué un poquito màs difìcil. Su mente habìa perdido potencia. Fueron necesarios un par de minutos antes que la lluvia volviese a arreciar. Las mujeres salieron de las habitaciones y del baño, y caminando lentamente recuperaron sus puestos delante del balcòn y el padre de Ned se rascaba furiosamente la cabeza.
   «Està cesando !   », dijo Erna.    «Si,si! Està cesando. Estamos todos listos?   »
Ojalà fuesen todos listos. Cada véz que se debìa salir, los preparativos eran infinitos. Figurarse si ademàs se debìa andar al dancing.
Ned se reconcentrò. El esfuerzo fué tremendo. La lluvia no se desencadenò antes de cinco minutos. A este punto su mente se era consumada. Estaba lloviendo cuando Ned fué a la cocina, abriò de par en par la heladera, bebiò medio litro de leche, mordisqueò un poco de pan y se metiò dos cucharadas llenas de azùcar en la boca. Volviò a la sala y viò que todos eran listos para salir y no llovìa màs.
   «Un… un momentito”, dijo,    «debo ir al baño.”
   «Si   », dijo su padre un poco impaziente,    «pero apùrate. Todos estamos esperando solo a ti.
Ah, pensò Ned, ellos estàn esperando solo a mì, eh? Las hijas de Erna emplean horas y horas para prepararse y después serìan ellas a esperarme. Pero sea como sea….. Ned se encerrò en el baño y aquì sì, que, solo, sin ojos indiscretos, podìa verdaderamente exprimirse las meninges. Fué un esfuerzo intenso, muy, muy prolungado. El hecho es, pensò Ned, que todavìa no he asimilado la leche y el pan. Las energias son pocas.    «Y ahora?   », llamò a la puerta su padre,    «estàs seguro de sentirte bién? Tienes mal de barriga?   » Como era insoportable para Ned la intromisiòn de su padre.
   «No   », respondiò Ned,    «estoy muy bién, voy enseguida.   »
Se esforzò de nuevo, por algunos momentos, en una forma enajenada. Después saliò y preguntò:    «Llueve?   »
Pero no era necesario de esperar la repuesta. Fuera del balcòn no caìa una gota.
Un minuto màs tarde eran todos afuera. Sobre el asfalto se veìan enormes charcos y el aire era agradablemente impregnado del olor de la lluvia. Pero no caìa ni una gota. Y no obstante, él se habìa esforzado como nunca. Habia emanado una cantidad gigantesca de ondas ! Y efectivamente, de allì a poco, cuando ya eran a mitad de camino entre la casa y el dancing, se desatò el fin del mundo. Asemejaba de estar bajo la ducha y las dos hermanas chillaban como gallinas y su padre ladraba como un perro insomne.
Arribaron corriendo al dancing y entraron bañadas hasta los huesos, como esponjas. Erminia en el concurso se clasificò novena y su hermana décima, sobre diez concurrentes. Erna pasò la velada , primero a admirar y a insitar sus hijitas, después a recriminar el dictamen de los jurados mientras el padre de Ned se rascaba furiosamente la cabeza. Ned se tomò tres copas de helado de vainilla y a la mañana siguiente se despertaron todos con tos, la nariz tapada y dolor de garganta.
de Gianni Nigro - Traducido por Juanita Trinidad